WILDE, OSCAR
Basil Hallward había terminado el retrato. El joven Dorian, al verlo, no pudo más que desear, desde su frívola inocencia, que fuera su imagen la que envejeciera y se corrompiera con el paso de los años mientras él permanecía intacto. Y así fue: a partir de entonces, Dorian Gray conservó no solo la lozanía y la hermosura propias de la juventud, sino también el aspecto puro de los inocentes. Pero ¿a qué precio? El retrato de Dorian Gray es un logro insoslayable de la literatura universal, vertido aquí magníficamente por el escritor y traductor Alejandro Palomas.